22-02-2007

Reemplazar semáforos, por… amabilidad


Drachten, una pequeña ciudad holandesa de 50.000 habitantes se ha desprendido de casi todos sus semáforos. Los cruces principales han sido transformados en rotondas, mientras que la preferencia en el resto de los cruces queda al albedrío de sus viandantes. Básicamente: la anarquía. Anarquía que ha eliminado accidentes graves y atropellos, al tiempo que ha propiciado un incremento del tráfico de bicicletas y peatones.

En realidad, pequeñas colisiones siguen ocurriendo, aunque de poca trascendencia. El Dr. Hans Monderman, arquitecto de este proyecto, explica:

Preferimos tener pequeñas colisiones, a tener accidentes graves en los que puedan resultar heridas las personas.

En lugar de seguir unas reglas rígidas, los viandantes se hacen responsables tanto de su seguridad como de la de los demás. El resultado de esta estrategia es un conductor más cauteloso, más civilizado y mucho menos frustrado en la conducción.

The Telegraph, recientemente informó que la población de Drachten está muy satisfecha con el programa. Tony Ooorstward, un residente, dice:

“Todo el mundo está aprendiendo. Yo soy un peatón y de pronto me he convertido en el dueño de la calle, ahora todo el mundo me cede el paso. Otras veces, tengo que esperar a que seamos un pequeño número y entonces podemos cruzar todos juntos”.

La anarquía de Drachten se está potenciando. Los tres últimos semáforos que quedan serán eliminados durante los próximos dos años, y en algunos lugares, la pintura de la calzada también se está eliminando.

La anarquía en el tráfico parece generar amabilidad en las personas, al menos en Holanda, y en cualquier caso, propicia la cautela. Quizá éste sea el primer paso para hacer de la circulación algo más civilizado, donde peatones, ciclistas y conductores se tratan con el mismo respeto. Algo tan simple como eliminar un objeto que todo el mundo odia, podría ser la solución de muchos de nuestros problemas.

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